jueves, 3 de enero de 2008

Musa de mis condolencias


La familia está reunida frente al hogar. Hogar que no está tan sólo dentro de la casa. Sino que se guarda su barbacoa fuera de ella. La carne, los chorizos y los chinchulines recién están por caer sobre la parrilla. Varias son las personas que rodean la mesa. Otras siguen armándola. Lista para fin de año van a ser la palabras finales, las que auguren a tod@s a sentarse a su alrededor.


El año que estaba por finalizar había sido difícil. Hay mucho por sanar esta noche. Estando tod@s junt@s la sanación le va a poner fin a la hipocresía. Algo en lo que habían caído durante mucho tiempo. Algo en lo que se había convertido el por terminar. Que en la historia de la familia quedaría el 2007 como: Año hipócrita.



Cerca de la familia de hierro y entre la de madera hay una vela. Una luz intermitente que no cesa de irradiar calor. Una pequeña llama que no hace más ni menos que iluminar. De forma que se puedan ver los contornos de las familias. Aunque la familia baldosa estuviera algo oscura.


Pasaron los fuegos artificiales. Los volcanes hasta un incendio. El 2008 había empezado en esa guerrilla de vecinos acalorados y no en trincheras. Había empezado con sonsas, besos, abrazos y hasta el brindis tradicional. En este momento sólo queda la mirada perdida que nunca pierde de vista lo que más quiere. Aunque se pierda en alguna parte de su cuadro está algo de esa parte.



Tras la tragedia de que las luces de neón fueron volviéndose obsoletas. La aventura comienza. Incorporados en un nuevo porvenir se adentran en la compañía de la soledad. Ella lista esperándolo a que tuviera todo pronto. Como y a su vez a la inversa de cómo él siempre hacía con su madre.


Y en la calle. Rumbo. La única luz empieza a tomar forma. Comienza a verse desde donde salía. Aunque pareciera una extensión de ella. Ahí está dándole contenido. Sosteniéndola. Mostrándola. Desvistiéndose para él.

“Comprendí que no sólo está dentro de la casa, ni tan sólo es un hogar. Comprendí que la lleva consigo a donde valla. Que le es naturaleza llevar la antorcha. Que le es natural descubrirse. Y que no es la única sólo que su amarillo descubre al rojo. Con la diferencia de las otras luces. Que aunque dibujen no brillan.”.


De vista a la civilización. Sólo el cielo la compara. Y sólo en esa hora. Cuando el sol está por salir. Cuando el sol vislumbra su resplandor. Y gran parte se vuelve ella. O su luz.
De acuerdo a las concepciones se podrían compara. Pero la magnitud es irremediable. Y la perpetuidad también. En los 2 casos.
Como si él estuviera esperando que ella saliera. Cómo si ella lo enfrentara sólo en esos momentos. Después. Después ella aprovecha su continuidad para trabajar.Pero en este instante se ven frente a frente. L@s dos emanadotes.


Por ello se evaden. Están junt@s. Pero evaden. Nunca se sabe quien es el o la que se corrió un poquito. Al igual que a la distancia se acompañan. Y amb@s se contemplan. Cada un@ con lo suyo y en lo suyo. Por algo son familia. Aunque, sus familias sean diferentes y a su vez la misma, sus colores son irremediablemente iguales.


Las consistencias son similares. Y los retiros a veces difieren





Aunque algo l@s conect@.
Quizás ese ir y venir entre los polos



Aunque se sabe que por decreto están con los pies bien asidos. Nunca se supo dónde, ni cómo, ni porqué. Pero así es.



Al final de cuentas, a principio de año. Se ven las caras Entre sus luces, sus papelones y sus contradicciones.

Cada un@ en su lugar. A esa distancia que es sólo el borde. Se olfatean, se rodean y se enfrentan. Pero siempre hay algo caprichosamente igual.



No hacen más que adorase